Hacia una transición: la vida de una mujer trans en Bolivia

Jessica es una de muchas mujeres trans bolivianas que, con tiempo y valentía, han salido del closet y del anonimato para luchar por una vida plena para toda su comunidad. Entre anécdotas de infancia, memorias de momentos decisivos y una opinión firme sobre la situación de una persona trans en Bolivia, su historia de vida será contrastada a la de otros portavoces trans que revelan las varias formas en las que sus Derechos Humanos son vulnerados.

No es nada nuevo hablar de la comunidad transexual en Bolivia y de cómo es uno de los sectores de la población que más vulneración ha sufrido a lo largo de los años. Artículos recientes revelan datos preocupantes, como que el promedio de vida de estas personas es de 40 años debido a las condiciones de trabajo nocturno que deben soportar o la automedicación que deciden llevar a cabo con un tratamiento hormonal.[1] Otros reportajes ahondan en su situación de trabajo sexual, una realidad que hasta hace poco era general en casi toda la comunidad, pues el rechazo familiar conllevaba a una indefensión y situación de calle que, junto a un rechazo de la sociedad, obligaba a estas personas a prostituirse para sobrevivir.[2] Pero la excepción existe. Y donde hay apoyo familiar y transición temprana, se logra una mayor y mejor inmersión en la sociedad, acompañada de un empoderamiento personal.[3]

Una serie de colectivos, organizaciones y programas han surgido en todo país. Desde ADESPROC, una asociación de desarrollo social, el Observatorio de los Derechos LGBT, pasando por páginas de colectivos en prácticamente todos los departamentos y programas enfocados en la difusión de información y promoción de los derechos de estos sectores, como Movimiento Maricas Bolivia, un programa semanal de radio que propone temas como “Emprendimientos TLGB como resistencia a la discriminación laboral”, entre muchos otros.

No obstante, la discriminación sigue presente y varias cuestiones surgen: ¿de dónde viene la vulneración de derechos? ¿Quiénes realizan estas vulneraciones? Y más importante aún, ¿cómo solucionar esta situación? Estas preguntas son esenciales a la hora de enfocarnos en esta comunidad desde la óptica de los Derechos Humanos. Al fondo de la discusión, sin embargo, están miles de historias de vida, de transición, de lucha constante por lo que es justo y de la convicción de que la visibilización puede llevar a un reconocimiento de que este sector de la sociedad también merece una vida plena y digna.

No imagino cuánto habría cambiado mi vida si hubiera sabido antes

Fotografía tomada por Daniela Gandarillas

“Cuando yo era chiquita, sentía la necesidad de vivir como niña. Veía a mis compañeritas y quería ser como ellas, pero no podía y sólo se quedaba en un sueño. No recuerdo el momento preciso en que mi familia me dijo que no o que estaba mal. Simplemente recuerdo que desde que tenía tres años necesitaba vivir como mujer y ya tenía miedo de que mi mamá se dé cuenta”, cuenta Jessica Velarde, de 29 años. Licenciada en Comunicación, egresada de la carrera de Lingüística e Idiomas y artista, Jessica es una mujer trans que comenzó su transición hormonal hace un año, pero siempre supo que quería vivir como mujer. El miedo de decirlo y expresarlo la frustró varias veces y la obligó a resignarse. Fue un secreto toda su vida, cuenta, hasta que cumplió 16 años y le contó a una amiga que no era heterosexual.

Estaba confundida, relata, porque no tuvo el apoyo necesario para entender que era una mujer trans bisexual: “Entendía el concepto de que si eras gay eras un hombre que te gustaba otro hombre y a mí me gustaban otras chicas. Después conocí el concepto del travesti y de la Drag queen porque en esa época apareció la familia Galán. Pero también descubrí que no vivían como mujeres. Yo necesitaba vivir como chica. Nadie me dijo nada nunca”.

Ella tuvo una clase de formación cristiana en el último año de colegio, bajo el título de “desviaciones sexuales”. Aunque tampoco no hablaron de transexualidad, si se refirieron a la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, la pedofilia y la zoofilia. Todos juntos en un solo tema.

Una educación objetiva y sin juicios de valor, hubiese sido una luz grande para Jessica: “Si a cualquier edad me hubieran hablado de la transición o de la persona trans, hubiese sentido la paz que sentí cuando lo descubrí. Tal vez hubiera podido ´transicionar´ mucho más joven. ¿Cuántas etapas he tenido que pasar para llegar a eso?”.

El proceso de transición

La transición es pasar de un género a otro y eso implica cambiar todo, dice Jessica, y habla del protocolo que se sigue en Estados Unidos, Canadá y en Europa, el cual comprende una terapia psicológica que da lugar a una terapia hormonal y, finalmente, más terapia psicológica para permitir la cirugía de confirmación de género. Pero este protocolo es casi inexistente en Bolivia: “Acá no hay nada. Ni siquiera hay contemplaciones…necesitamos psicólogos que hagan terapias para personas trans. Yo le pregunté a mi amiga que estudia psicología si hablan de estos temas. Sólo lo mencionan. No hay especialidad, no hay ni siquiera una correcta profundización”.

Ningún seguro en Bolivia te cubre este proceso, lamenta, mencionando ejemplos de otros países, como Argentina, donde se paga la operación de confirmación de sexo. Muchas mujeres trans bolivianas viajarían a Argentina, Chile, incluso Brasil, a pesar de que sea el país con más muertes trans. Y si bien no hay tantas muertes en Bolivia, el retraso en el tema es absoluto. “La Tamara ha sido la única que ha transicionado según el protocolo. Eso decía ella en su documental. Algunas prefieren llevar el perfil bajo. Yo pensaba igual, pero he visto que es una necesidad ser una chica trans visible para luchar por estas injusticias”, afirma.

Si no apoyas a tu hija trans, termina en la calle

Las personas trans viven una soledad total y absoluta.

Tamara, la historia de una mujer transexual

En el documental Tamara, la historia de una mujer transexual, Tamara Núñez del Prado relata su historia de vida, de transición y de la situación de las mujeres trans en Bolivia. El documental contrasta la historia de una mujer trans con la de un hombre trans, cuya perspectiva es ofrecida por Mateo Rodrigo S., Psicólogo y representante de los hombres trans en Bolivia. Ambos explican las dificultades que existen para una persona trans en una sociedad que poco o nada sabe de este tema. Tamara cuenta cómo fueron 32 años de una vida en el cuerpo de un hombre hasta que salió del closet. “No es fácil”, reitera a lo largo de todo el documental, compartiendo experiencias de su niñez, como la dicha que sentía de vestirse con ropa de niña a los 3 años, pero también anécdotas más recientes, como la negación que sufrió por parte de su familia al tomar la gran decisión de ser una mujer trans. Normalmente lo haces en soledad, dice Tamara, al referirse a ese proceso, “Estaba en una cuarentena absoluta”, agrega, porque salía a trabajar a las siete y media de la mañana para que nadie la viera y salía de su oficina a altas horas de la noche, creando un ciclo continuo de soledad.

Mateo, sin embargo, explica que en el caso de los hombres trans la situación es distinta: “Me imagino que será el machismo de la sociedad que le es mucho más fácil aceptar a hombres transexuales que a mujeres transexuales. Ellos cuestionan cómo un hombre, teniendo esa posición de hombre en la sociedad, que es mucho más aventajada en muchos aspectos que la posición que tiene una mujer, puede decidir descender en la escala social para ser mujer. No lo entienden y eso genera muchos problemas en las mujeres trans, de aceptación e inclusión”.

Y Jessica confirma todos estos comentarios desde su propia perspectiva. Saca su celular y busca fotografías de sus amigos trans. La transición es más llevadera y la aceptación de la sociedad también, cuenta. Muestra fotografías en las que no podría reconocerse a una persona trans. La voz, el rostro, el cuerpo; es casi imposible reconocer que aquel amigo nació en el cuerpo de una mujer ya que las hormonas masculinas son más fuertes. La mujer trans, por el contrario, parece tener una cruz más grande para cargar y el documental exhibe datos alarmantes. Porcentajes altos de suicidio de personas trans (más del 40%), registros de personas trans como trabajadoras sexuales que albergan prácticamente a toda su comunidad, etc.

Jessica habla de lo importante que es el núcleo familiar para una mujer trans.

“Si no apoyas a tu hija trans, termina en la calle”, afirma Jessica, segura de que el núcleo familiar es esencial para una mujer trans. Son casos contados en los que una chica trans recibe el apoyo y empoderamiento de sus padres. “Esa es la diferencia: el apoyo de la familia”.

La cadena de Derechos Humanos

Cuando hablamos de Derechos Humanos, hablamos de Derechos inherentes, universales, irreversibles e indivisibles, entre otras características. Detenerse en la de indivisibilidad es importante, porque una mujer trans vive en una sociedad en la que la vulneración a sus derechos es continua y múltiple. El trabajo digno, la educación, la salud, incluso la familia; todos estos son pilares de los Derechos Humanos y si uno cae, otro también.

La visibilidad de esta comunidad, entonces, es clave, para reconocer las constantes vulneraciones que estas personas deben soportar a lo largo de sus vidas. Hablamos de Derechos Humanos cuando el Estado atenta contra la integridad y dignidad de esta comunidad, pero también debemos hablar de Derechos Fundamentales cuando la sociedad civil la discrimina.


Fotografía tomada por Simoné Garrón

Hoy hay luces en la vida de Jessica; nombra personalidades y famosos que son personas trans y que muestran cuán lejos puede llegar el empoderamiento y el amor propio. Jessica es una luz también, y desde que decidió visibilizarse ha recibido preguntas y ha dado consejos. No hace mucho Jessica participó en la Marcha del Orgullo LGBTI en La Paz y no sólo ella sino cientos de personas se reunieron para celebrar el amor y la diversidad, fundamentos de una vida plena que no sólo una persona trans busca defender, sino todo el cuerpo que representan los Derechos Humanos.

[1] https://eju.tv/2016/10/en-bolivia-el-promedio-de-vida-de-personas-trans-no-supera-los-45-anos/

[2] https://lavozdetarija.com/2018/08/31/los-prejuicios-y-el-rechazo-condenan-a-la-comunidad-trans-en-bolivia-a-vivir-del-trabajo-sexual/

[3]http://www.la-razon.com/index.php?_url=/suplementos/escape/Vidas-trans-frente-espejo_0_2903109733.html